La nueva pornografía se relaciona principalmente con dos fenómenos vinculados entre sí:
- La miseria sexual que impone el patriarcado: mientras no se pueda desarrollar una sexualidad libre e igualitaria, la pornografía seguirá ganando terreno en la experiencia de la sexualidad, distorsionando la visión de la misma y provocando numerosos problemas que ampliaremos a continuación.
- La penetración del capitalismo en las vidas privadas: Los encargados de producir y desarrollar la industria pornográfica son organizaciones muy agresivas con una gran capacidad de abrirse paso en los nuevos mercados. Mediante internet y las nuevas tecnologías de la comunicación han llegado a todo el mundo. Su único objetivo es hacer dinero, a cualquier precio.
Los consumidores habituales de esta nueva pornografía son mayoritariamente hombres, destacando entre ellos a los heterosexuales occidentales, sobre todo aquellos que usan con mayor frecuencia internet (adolescentes y jóvenes). El consumo de la nueva pornografía no deja de aumentar, llegando incluso a generar adicción en los usuarios más habituales. Basándonos en la literatura científica, un uso abusivo puede provocar:
- Distorsión de la sexualidad: La nueva pornografía impacta en la mentalidad de los varones, modificando sus esquemas perceptivos y, a medio plazo, sus hábitos sexuales, convirtiéndose en la fuente principal de educación sexual para los adolescentes (Tallon-Hicks, 2016). Uno de los efectos de la exposición a material pornográfico es la amplificación y mantenimiento de los estereotipos de género, destacando la cosificación de la mujer. Distorsiona la realidad de lo que es el sexo y, en hombres con tendencia a la agresividad sexual, ésta se ve claramente aumentada.
- Incide en el autoconcepto y en la autoestima: las chicas suelen sentirse físicamente inferiores a las mujeres que ven en los vídeos, las cuales suelen estar dotadas de protuberantes pechos, marcados glúteos, labios carnosos… y un sinfín de rasgos exageradamente sexualizados y artificiales. Por su parte, los chicos dudan de su virilidad, pensando que no serán capaces de comportarse como los personajes que aparecen en la pornografía, y se alimentan del falso mito de la necesidad de un miembro viril descomunal para satisfacer a la mujer.
- Impacto interpersonal y social: La nueva pornografía modifica las prácticas sexuales de los grandes consumidores, en dos direcciones complementarias. Por un lado, la familiaridad con prácticas de riesgo, como pueden ser el sexo sin preservativo y el “sexting” (envío de imágenes sexuales personales). Por otro, la demanda a sus parejas sexuales de dichas prácticas o el consumo de prostitución para realizarlas si dichas parejas no ceden (Peter, Valkenburg, 2016).
- Conductas vejatorias para la mujer: Los ideales adquiridos a través de la pornografía pueden superar el marco de las relaciones igualitarias, consentidas y placenteras. Aparecen episodios de violencia o incluso sedación para hacer realidad fantasías sexuales que difícilmente se pueden llevar a cabo de manera consensual, como pueden ser: actividades sadomasoquistas, orgías abusivas, y otras muchas actividades que pueden realizarse en contra de la voluntad de la mayoría de las personas. A su vez, aquellos adolescentes que consumen pornografía de contenido sexual violento tienen significativamente más probabilidades de vincularse a agresiones sexuales.
- Aparición de trastornos mentales: un uso abusivo de la pornografía, sobre todo en jóvenes, puede ayudar al desarrollo de diferentes trastornos relacionados con la sexualidad: como pueden ser la pedofilia, el sadismo. Complementariamente, pueden darse en varones impotencia y eyaculación precoz. A su vez, numerosos estudios indican que pueden influir en tasas altas de ansiedad, baja autoestima y trastornos depresivos.
Comentario del redactor:
El porno es cine. Al igual que no adoptamos conductas de películas de ciencia ficción, no deberíamos hacerlo con la pornografía. Sin embargo, su material es tan explícito y excitante que, muchos hombres, sobre todo jóvenes, abusan de su contenido y sufren una difuminación de la realidad sexual. Y no quiero que suene a acusación. Todo lo contrario. Son víctimas. La industria del porno actual tiene unas herramientas súper agresivas de captación. Acceder a sus páginas web es muy fácil, y su control de menores es absurdo.
Una vez te introduces en ellas, los títulos del material pornográfico son llamativos: «Padrino espía a hijastra´´, «Visita a su novia y termina con su madre´´… Reproducen supuestas situaciones cotidianas, obviamente impensables. Sin embargo, estas pueden dar lugar a fantasías inverosímiles en el espectador. Las escenas son tan explícitas, y de un contenido sexual tan intenso, que la activación llega a niveles muy altos. Esto provocará que el espectador necesite visualizar más contenido o que dicha intensidad pornográfica sea cada vez mayor, para llegar a sentir lo mismo, como ocurre en la mayoría de drogas (habituación).
La pornografía actual es exageradamente machista. Hay multitud de vídeos donde se simulan o directamente se reproducen violaciones (observándose el sufrimiento y la no voluntariedad de lo que está sucediendo), orgías de numerosos hombres con una sola mujer, bukakes, lluvías doradas… y muchos más actos denigrantes y vejatorios para la mujer. Cuando ver porno de este tipo de porno se convierte en hábito, la sexualidad se distorsiona. Más aún cuando todo gira en torno al mismo rol: el sexo masculino dominando al femenino.
Con esto, no quiero decir que las actividades citadas anteriormente no puedan hacerse a través de mutuo acuerdo. Obviamente hay personas que disfrutan practicándolas. Pero no se puede empezar la casa por el tejado. Un chaval de 14 años cuya educación sexual es nula no puede encontrarse de buenas a primeras con una orgia. Y más de la forma en la que la reproducen la industria actual.
Por otra lado, cabe recalcar que no todo el porno es igual. También existe contenido respetuoso y verosímil, lo cual no tiene que ser una mala influencia. Todo lo contrario, podría utilizarse incluso de una forma didáctica. Y ya que hablamos de educación, hacer un inciso en la falta de formación sexual educativa que sufren los jóvenes de hoy día, en mi opinión una de las principales culpables de numerosas problemáticas relacionales.
Bibliografía:
- Astocondor Altamirano, J. V. (2019). Influencia de la pornografía en la salud mental y sexual en colegiales del distrito de Calleria–Pucallpa, 2016.
- American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. –.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
- Ballester, L., Orte, C., & Pozo, R. (2019). Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de adolescentes y jóvenes. Vulnerabilidad y resistencia: experiencias investigadoras en comercio sexual y prostitución, 249-284.
- Velasco, A., & Gil, V. (2017). La adicción a la pornografía: causas y consecuencias. Drugs and Addictive Behavior (histórico), 2(1), 122-130.